jueves, 7 de julio de 2016

La Ofelia de Marina Tsvietáieva



Ofelia a Hamlet

Hamlet, ceñido en su cinto,
con su nimbo de aplomo y ciencia,
pálido hasta el último átomo…
(¿en la edición de mil cuántos?)

¡No le turbéis con vuestra insolente ligereza!
(¡Cantera juvenil de los trasteros!)
Como una pesada crónica,
¡ya os dejastéis caer sobre este pecho!

¡Virgen misógino! ¡Prendado
de una necia visión!...¿Habéis pensado
alguna vez qué se arranca
de las platabandas de la locura?...

¿Rosas?...Pero si es―chsss…―¡el futuro!
Ya podéis arrancar:¡crecerán otras! ¿Siquiera
una vez han traicionado las rosas? ¿Alguna
vez, a los amantes,? ¿los descuidaron?

Tras lo cual (vuestro perfume exhalado), os hundís…
―¡Nada ha ocurrido!-Pero os refrescaremos la memoria
cuando, junto a la crónica del río,
Hamlet se yerga, en su cinto ceñido…



Ofelia en defensa de la reina

¡Príncipe Hamlet! Deja de alborotar
la gusanera…¡fíjate en las rosas!
Piensa en la que―al menos por una hora―
Cuenta sus últimos días.

¡Príncipe Hamlet! Deja de calumniar
las entrañas de la reina…Vírgenes
no han de juzgar la pasión. Fedra es más culpable:
no han dejado de cantarla.

¡Y no dejarán!―Y vos con esa mezcla
de cal viva y cenizas, maldiciendo los huesos…
¡Habráse visto, príncipe! No es asunto vuestro
juzgar la sangre inflamada.

Pero si… entonces, ¡cuidado!...A través de la losa
―allá arriba―en el dormitorio―¡y a placer!―
a defender a mi reina me levantaré,
yo, vuestra inmortal pasión.



Marina Tsvietáieva vivió en la Rusia de entreguerras de comiezos de siglo XX. En su creación lo cuenta todo, aunque sus diarios también sobrevivieron.


Fotografía de Slevin Aaron

 

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